«Un notición que me dejó helado»

José Ignacio Hernández sigue apuntando en primera línea los detalles de su vida en Polonia y la vuelta a Salamanca.

Sin duda, la gran noticia de la semana pasada es que ya tuvimos la primera nevada, y una capa de manto blanco cubrió nuestra ciudad. No nos lo esperábamos tan pronto, aunque algunas sospechas empezábamos a tener. Eso de que, de repente, nos dieran la ropa de abrigo del club (esa estupenda ropa Nike de la que tanto presumimos) y que pidieran el coche para cambiarle las ruedas y poner las de «invierno» nos hacía pensar que algo raro estaba pasando. Y cuál fue nuestra sorpresa al abrir la persiana y ver cómo el tejado de mi buhardilla estaba cubierto de blanco. Y no paró de nevar en todo el día. Menos mal que fue sólo eso, un día de intensa nevada. Desde entonces, el «buen tiempo» (4 grados de máxima y 0 de mínima) ha vuelto a reinar.

Eso en cuanto a la semana pasada. En ésta que acabamos de estrenar no nieva, pero desde luego que recibí una llamada que me dejó helado con un notición: el Wisla jugará la Euroliga, y el 28 de octubre empezamos en Salamanca (¡qué cosas depara el destino!). Lo mejor de jugar la Eurocup era que esta temporada no visitaría Salamanca como rival, porque cuando decidí marcharme, nunca deseé volver como visitante, y de repente me veo allí en el banquillo contrario dirigiendo a las de rojo. Qué sensación más extraña tengo desde que me enteré hace unos días de esa posibilidad.

Pero es curioso. De repente, algo hace que me apetezca, que esté deseando que llegue ese momento para reencontrarme con tanta gente a la que no olvido, y no cometeré el error de citar nombres porque no quiero olvidarme de nadie (si pongo todos, harían falta muchas horas para escribir de quien se acuerda este humilde salmantino que tendrá el orgullo de volver a pisar Würzburg).

Cuántos recuerdos, qué momentos los vividos, qué extraño será todo y espero que bonito, en un día que será especial para mí, y no por el resultado del partido, que pasa a un lugar secundario. Eso será importante sólo durante 40 minutos. Ahora sólo quiero que el tiempo pase despacio, que como esa fría nieve de Cracovia se congele el reloj para disfrutar del regreso a lo que más quiero, mi Salamanca.

José Ignacio Hernández