«Esto no me vuelve a pasar»

Las valencianas se impusieron por 118-38 en el primer partido de la Euroliga. Las internacionales del Ros no pararon de darle ánimos durante el partido.

El Ros Casares se estrenó en la Euroliga femenina con un resultado de otra galaxia. Ganó por 118-38 al TTT Riga. Es la segunda victoria más contundente en la historia de la competición. En la filas del equipo letón milita una internacional española, Cindy Lima , que atendió la llamada de MARCA para explicar sus sensaciones después de uno de los días más duros de su carrera.

«Fue una debacle, una cosa dantesca, un poema, algo surrealista». A la pívot catalana se le acaban los calificativos negativos para analizar lo sucedido en la Fuente de San Luis. «Jamás había perdido o ganado por 80 puntos ni cuando era pequeña. Nos volvimos locas y entramos en una dinámica negativa. Yo había jugado muchas veces contra el Ros y muchas perdí, pero siempre competí. El otro día, la gente tenía miedo del rival. Parecía que éramos 12 tías que habían cogido por la calle para que jugarán», asegura.

Cindy Lima , que fue de lo mejor de su equipo con seis puntos y cinco rebotes, se siente especialmente responsable de la debacle. Con 28 años es la más veterana del equipo. «Yo tengo más responsabilidad que ninguna. Lo siento por las más jóvenes, que se comieron un pastelón. Debí haberlas serenado, pero estaba en tal estado de shock que olvidé mi rol. Siempre he sido una luchadora y en Valencia tiré la toalla. Si ya es difícil perder de 40… Llega un momento que te quieres marchar de la cancha», dice. Aunque parezca imposible, la valoración resulta todavía más dura que el marcador: 159 a -32. Sólo la catalana (1 punto) y su compañera Surkusa (4) acabaron con valoración positiva.

Sobre la cancha, Cindy Lima coincidió con algunas de sus compañeras en la selección. No paraban de darle ánimos: «Sobre todo Anna Montañana , porque nos defendíamos mutuamente. Me decía: 'Es que jugamos así contra todo el mundo'. Ni ellas mismas se esperaban que podían ganar por 80». Al acabar el partido, fueron a cenar, pero la velada no fue demasiado agradable. Y por la mañana, de vuelta a Riga. «Un viaje durísimo».

El próximo partido en la Liga servirá para curar la herida, aunque los 80 puntos de desventaja dejarán cicatriz. En Letonia son habituales los marcadores escandalosos. El TTT Riga va líder invicto después de seis jornadas y el último choque lo resolvió por 100-27. «Allí vivimos como en una realidad paralela. Tenemos una falsa sensación de superioridad, pero es que en nuestra Liga jugamos incluso contra nuestro equipo júnior», cuenta la catalana, que se marchó allí para poder disputar la Euroliga.

Con el paso de las horas, la paliza se va relativizando. «Aún me cuesta estar serena. Tras un partido así pasas una primera etapa de odio a todo el mundo. Una segunda de depresión, de pensar que que mala soy y que no valgo para esto. Ahora estoy en la de reflexión. No puede ser que te sientas ridícula sobre una cancha y que el equipo rival te tenga lástima. Esto no me vuelve a pasar como que me llamo Cindy», sentencia.