Pendientes de un milagro

Las jugadoras del Baloncesto Femenino Badajoz siguen sin cobrar y sin entrenar. Si no prospera la reunión de hoy con un banco el club puede desaparecer

Para cuando usted lea este periódico puede que el Baloncesto Femenino Badajoz, uno de los clubes más laureados de Extremadura, esté sentenciado. Necesita liquidez ya y la última bala en la recámara es una reunión hoy con una entidad de crédito que conceda una póliza por valor de la subvención municipal de la temporada pasada, 60.000 euros, y que no se ha hecho efectiva todavía. Las jugadoras, cansadas de promesas incumplidas y de cobrar sólo un pequeño porcentaje de las últimas dos nóminas, se plantaron desde este lunes y no entrenan pese a que acuden a La Granadilla. Anoche lo hicieron de nuevo con el anhelo, cada vez menor, de que aparezca el milagro.

La última de esas promesas se hizo ayer, cuando le fue denegada dicha póliza pese a la intermediación del Ayuntamiento de Badajoz. Hoy lo intentarán de nuevo en otra entidad financiera y en caso de salir de allí con las manos vacías el club tiene los días contados. El primer paso sería el abandono de la Liga Femenina 2, una competición donde ha demostrado ser uno de los equipos más competitivos de este lustro, incluso con un ascenso a Liga Femenina hace tres campañas. Y el segundo, la desaparición del club, según apuntó ayer su gerente Manuel Aguirre, que lleva tiempo buscando infructuosamente el apoyo político suficiente para ver la salida a esta problemática.

El patrocinador privado sigue sin aparecer y el club pacense se agarra a la opción institucional. «Los bancos nos piden una garantía personal y los directivos no estamos dispuestos a arriesgar nuestro patrimonio. El Ayuntamiento nos dice que le está prohibido avalar así que la situación es muy complicada», argumenta Aguirre.

Asistencia sin entrenar
Ayer por la noche, en La Granadilla, no se escuchaban las instrucciones de Fernando Méndez, ni el aliento acelerado de las jugadoras en su preparación. Como cualquier otra jornada laboral, el equipo se presentó en el pabellón pacense con la cara larga y la esperanza corta. Pueden ver arrojado por la borda un esfuerzo que les ha valido para ser líderes y segundas de la liga. La capitana Nereida Ramírez , refleja el malestar de la plantilla con claridad. «Es un sueldo que nos lo hemos ganado y por eso decidimos plantarnos, después de más de dos meses sin cobrarlo. Es una pena que ocurra todo esto porque el equipo iba muy bien y hay un gran ambiente. Hoy se me ha derramado alguna lágrima y nuestras caras son de enorme tensión, de una gran impotencia porque la solución no está en nuestras manos. La tienen otras personas».

Ramírez explica que presencialmente están en La Granadilla aunque sin entrenar, según les han aconsejado. Añade que el club entiende la medida adoptada porque están en su derecho y que el ambiente de la plantilla está muy «tocado». «Es una situación insostenible. Veremos qué ocurre mañana -por hoy- porque lo vemos complicado y todo conduce a la desaparición». Preguntada por una posible salida de jugadoras en busca de futuro en otro lugar, sostiene que aunque algunas lo piensan es una segunda opción. «La mejor opción es que se arregle y sigamos aquí, aunque haya que pensar en el futuro también».

Casi un año sin pagar a los técnicos
La crisis económica que padece el Femenino Badajoz mantiene en vilo a sus jugadoras, que siguen sin cobrar dos meses y medio después del arranque de la temporada. Pero lo que menos se ha publicitado es la peculiar situación del cuerpo técnico. Fernando Méndez y sus ayudantes -el segundo Emilio Cartonalo y el preparador físico Andrés Ramos- llevan sin cobrar desde diciembre de 2008.

Un cuerpo técnico muy apegado al club -Méndez está vinculado desde hace 18 años- que otras épocas de sequía ha cedido en sus pretensiones en espera de que los problemas se solucionaran. Pero en esta ocasión el panorama no parece aclararse. «Otras veces no hemos cobrado algunos meses, por ejemplo, porque faltaba hacerse efectiva alguna subvención. Pero al final todo se arreglaba y se nos pagaba. Siempre fuimos los primeros en ceder, aunque ahora estamos perdiendo la esperanza porque no se ve una salida», comenta Méndez.