Primavera en Cracovia

José Ignacio Hernández relata sus experiencias lejos de Salamanca.

Quien lea el título de este artículo se quedará sorprendido: estamos en el día que empieza el otoño y curiosamente el clima de Cracovia, esa ciudad tan fría a la que he decidido venir en busca de nuevas experiencias y retos deportivos, se levanta cada día con un sol primaveral que hace que aún no haya sacado del armario la ropa de manga larga. Esperemos que dure, pues cuando llegue el duro invierno estas letras sonarán a broma.

Hace tres días se cumplió un mes desde nuestra llegada al aeropuerto Juan Pablo II, y es que en Cracovia es difícil caminar sin encontrarte algún motivo referente al que fuera uno de los Papas más queridos, natural de esta ciudad.

Un enclave repleto de lugares bellos, con un centro histórico digno de visitar, gracias al cual son miles los turistas que se encuentran por sus calles, algo que le da una vida poco habitual en el resto de ciudades de este país. Eso sin duda nos acerca un poquito más a nuestra añorada España, pues los numerosos bares y el bullicio de sus calles nos recuerdan esa Salamanca abarrotada y llena de alegría en este festivo mes de septiembre.

Sin duda, la noticia más interesante por la inmediatez de la misma, ha sido la celebración de la fase final del Eurobasket en la cercana ciudad de Katowice.

Lo vivido en estos días en compañía de mi inseparable Jordi Aragonés, ha sido algo difícil de olvidar. Desde los entrenamientos personales de Calderón en nuestra pista del Wisla, donde hemos podido comprobar que no es mejor jugador que persona, pasando por los grandes partidos de España a partir de estos cuartos de final, viviéndolos in situ y desde dentro, pudiendo comprobar las sensaciones y emociones de un numeroso grupo de españoles venidos hasta aquí, y terminando con las visitas recibidas de aficionados salmantinos a Cracovia y que han hecho que nos sintamos más cerca de casa que nunca.

Todo ello, unido a los numerosos mensajes recibidos de gente que nos vio por televisión en la celebración de la final, hace que a pesar de estar a tantos kilómetros de casa, nos sintamos a la vuelta de la esquina y es que las distancias en el corazón no entienden de kilómetros.