Anna Cruz paseo su medalla por MD

La ilusión de las subcampeonas del mundo está ahora en los Juegos de Río

Laia Palau (Barcelona, 35 años), Sílvia Domínguez (Montgat, 27) y Anna Cruz (Badalona, 27) son unas campeonas. Sí, es verdad, cayeron ante Estados Unidos en la final del Mundial el pasado domingo, pero su medalla de plata sabe a oro. Y, además, pocos deportistas pueden competir con el buen rollo que transmiten estas tres catalanas, el mismo que se vive en la selección femenina y que ha sido decisivo para que el equipo de Lucas Mondelo firmara en Turquía la página más brillante de la historia del basket femenino español.

Los 'selfies' que el equipo se fue haciendo este verano fueron la prueba constante de ese gran ambiente y ayer Laia, Sílvia y Anna Cruz permitieron que en el último también estuviésemos la gente de Mundo Deportivo.

«Nos lo hemos pasado muy bien, como si estuviéramos de campamentos. Todas nos llevamos muy bien», explicaba Palau, capitana del equipo, la más veterana y gran líder del vestuario tras la retirada de Elisa Aguilar y Amaya Valdemoro. «Nos daba hasta pena cuando se acabó y teníamos que separarnos», admitía Sílvia Domínguez, posiblemente la jugadora española con un palmarés más impactante (tres medallas con la Selección y tres Euroligas con tres equipos diferentes). Anna Cruz , por su parte, asegura que no cambiaría por nada sus veranos con la selección. «No he tenido vacaciones y el miércoles ya juego. Mi mentalidad era que mis vacaciones eran la selección», explica la escolta de Badalona, que encadenó el Nadezhna ruso con el New York Liberty de la NBA femenina, éste con la Selección y el domingo regresa a Rusia. Las tres se marchan el domingo para incorporarse a sus equipos (Laia al USK Praga y Sílvia, al Ekaterinburgo), algo que ya han hecho casi todas sus compañeras de selección.

«Si quieres seguir creciendo como jugadora hay que ir donde tienen ligas competitivas», explica Domínguez. Se da la paradoja de que España es el segundo mejor equipo del mundo pero que casi todas sus jugadoras militan en el extranjero. «Esto sólo cambiará cuando se recupere el país y vuelva a haber dinero», explica Palau.

Y tras tocar el cielo con la plata de Turquía, ¿ahora qué? «Presión ninguna, nosotras seguimos igual. Nuestro objetivo es clasificarnos para (los Juegos de) Río, no vamos a mirar más allá», explica Domínguez. Para ello necesitan ganar el próximo Eurobasket de Hungría o quedar entre los cinco primeros, ir al Preolímpico y ganar plaza allí. La gran ilusión del basket femenino español es, sin embargo, que a España se le conceda el Mundial 2018. «La federación lleva años trabajando muy bien todo lo relacionado con la mujer y nos lo merecemos», apunta Palau.

Aparte del gran ambiente del equipo, las tres reconocen que dos personas han sido clave en este éxito, empezando por el técnico Lucas Mondelo. «Lucas es muy bueno. Tiene mucho instinto para encontrar la flaqueza de los enemigos y las virtudes de su equipo. Tiene muy claro lo que quiere y cómo conseguirlo», explica Laia. «Tiene plan A, plan B, plan C… plan Z», explica Domínguez. El segundo factor es la nacionalizada Sancho Lyttle. «Ella nos ha dado un salto de calidad absoluto», admite Palau. Palabra de capitana.

Palau, Domínguez y Anna Cruz no son las únicas que juegan fuera de España. De hecho, es lo normal en la Selección. Laura Nicholls juega en el Kayseri turco, Alba Torrens en Ekaterinburgo, Sancho Lyttle y Núria Martínez en Galatasaray y Leticia Romero en la universidad de Florida State. Sólo cuatro de nuestras medallistas juegan en la liga española: Marta Xargay y Leonor Rodríguez (Perfumerías Avenida), Lucila Pascua (Conquero) y Laura Gil (Cadí La Seu) Un equipo de dibujos animados

Antes de jugar la final hubo sorpresa. «Nos pasaron el típico vídeo de motivación, tú puedes… ¿Qué nos ponen?, pensamos. Pero luego el vídeo pasó a compararnos a cada una con un dibujo animado», explica Laia, a la que le tocó la Pantera Rosa. «Acertaron, pues mi padre me llevaba a ver sus películas de niña», dice Palau. La clavaron también con Sílvia Domínguez, la Hormiga Atómica, y Anna Cruz , Correcaminos. «La idea era aliviar tensiones y se consiguió», explicaba esta última

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