Con el objetivo de colgarse la última medalla

La histórica jugadora nacida en Alcobendas vive sus días finales como profesional. Cuando acabe su corto periodo en el Canoe vestirá por última vez la camiseta de la selección española

La histórica jugadora nacida en Alcobendas vive sus días finales como profesional. Cuando acabe su corto periodo en el Canoe vestirá por última vez la camiseta de la selección española, con el objetivo de colgarse la última medalla de su frondoso palmarés. Hablamos, claro, de Amaya Valdemoro

“Tengo la suerte de que no tengo ya nada que demostrar”. Mediados de febrero de 2013, parquet del mítico Canoe, uno de los clubes deportivos más representativos de Madrid. La que habla es Amaya Valdemoro , no creemos que haga falta demasiada presentación para la mejor jugadora de la historia del baloncesto español. A sus 36 años, la laureadísima madrileña, que cuenta entre otras cosas con 1 Euroliga, 3 anillos de la WNBA, 8 Ligas, 9 Copas de la Reina, amén de medallas internacionales con España en varios Eurobasket y aquel bronce mundialista de 2010, enfila la recta final de su carrera deportiva y firma por el Canoe. Cerrando el invierno, de vuelta de Turquía, donde “básicamente no me adapté”, Valdemoro vio en el equipo de Pez Volador, de la segunda división femenina, la oportunidad de coger el ritmo y la forma para su último gran reto, el Eurobasket del próximo mes de junio, el canto de cisne final, su último servicio al baloncesto. Su fichaje por el propio Canoe levantó muchísimo revuelo en el baloncesto nacional. Para bien. Y es normal. Imaginen que dentro de unos años Pau Gasol ficha por algún equipo de la Adecco Oro por unos meses. Pues es lo que hizo Amaya, que tras asegurar con sus compañeras la presencia en la fase de ascenso a Liga Femenina, que tendrá lugar en Cáceres durante el fin de semana que comienza el jueves 11 de abril, atiende a ZoomNews en las instalaciones del club náutico. Algo preocupada por una elongación que quizá pueda poner alguna limitación a su juego en los partidos claves del curso, Amaya Valdemoro es amable, directa, concisa. No nos hace falta más.

“Conozco el club, conozco a la gente, los médicos de la selección están aquí. Es todo más fácil”, responde a la pregunta de por qué eligió Canoe. Lo hizo después de esa citada corta etapa en Turquía, de aquella referida falta de adaptación. Amaya, que lleva en sus espaldas muchos clubes, estancias fuera prolongadas, como aquella de Rusia, veranos en Estados Unidos, en la WNBA, estaba cansada. “No me compensaba lo que vivía allí. Tengo ya una edad y no era feliz”. Así, apareció el Canoe, plataforma idónea para volver a adquirir sensaciones competitivas, y en casa, en Madrid. Plan perfecto. “Vine con la intención de coger la forma para estar a punto con la selección. Y bueno, luego claro, si ascendemos, mucho mejor. Pero no va a ser fácil, hay rivales de mucho más presupuesto”.

En lo que se refiere a clubes, sus partidos con el Canoe serán los últimos que veremos profesionalmente de Amaya. Aunque repetimos, queda en el final del camino, de décadas como profesional, el Eurobasket de Francia, ahí, en junio. “No, no, no miro más allá de esa fecha. Está claro que me voy a retirar. A todo deportista ese momento le inspira cierto temor”. ¿Y qué hará después de 20 años bajo los aros? “Creo que trabajaré para la Federación Española ya que quiero seguir ligada al baloncesto”.

La madrileña ha tenido tiempo en los cincos duelos que ha disputado con las de amarillo de sentirse muy cómoda y en no minusvalorar, sino más bien al contrario, dónde y con quién está. Amaya no cree que le quede pequeño, tras un palmarés de leyenda, luchar por un ascenso. “Para nada. Al final son competiciones, es competir, intentarlo, da igual jugar una Copa de la Reina o un ascenso. Se trata de ganar partidos”.

“No, no asumo que soy la mejor jugadora de la historia del baloncesto español. Para ti igual sí, para otros igual no. Ya sabes, para gustos, colores”. El cambio de pregunta, sobre si es un referente en el baloncesto español le agrada más. “Eso sí, sin duda, y asumo siempre ese peso, en la selección y ahora en el Canoe. Pero también te digo que para mí es un privilegio estar con mis compañeras y ver la ilusión que tienen ahora”.

Humilde, pero de verdad, no esa falsa modestia que sí que subyace en ciertos sectores de la vida, en el otoño de 2011, cuando militaba en el Rivas, Amaya se fracturó las dos muñecas, lesión que podía haber retirado a cualquiera que a su edad y con todo hecho, hubiera pensado que hasta ahí se había llegado. Sin embargo, “las ganas de seguir metiendo canastas”, nos dice Amaya con una luciente sonrisa de satisfacción, fueron el impulso que le sirvió para recuperarse. Nunca deis por muerto a nadie. “Me encanta el baloncesto y acabar una carrera deportiva así, ¡qué feo! ¿no?” De modo que Amaya regresó, para cumplir dos décadas entre las mejores. “Ha pasado volando este tiempo” Lustros en los que le dio tiempo a ganar todo, menos una medalla olímpica. “No es una espina porque en los Juegos Olímpicos no hemos tenido equipo para ello”. Valdemoro pisará una última gran cita internacional en ese Eurobasket de Francia, complicada tarea para España. “Ojala pueda poner el colofón a mi trayectoria con una medalla. Pero si no es posible, tampoco me voy a ir triste después de todo lo que he conseguido en el baloncesto”.

El futuro ya está ahí y será fuera de las pistas, al menos como protagonista integral. Valdemoro, el mito, porque lo es, sólo quiere “ser feliz”, frase que en su voz suena tan real, tan posible. “En mi carrera lo he sido, ha habido momentos difíciles, claro, aunque los ‘pero’ que me haya podido encontrar me han hecho más fuerte”. En unos meses, con la llegada del verano, terminará una de las mejores historias del baloncesto español que se han podido escribir. Pase lo que pase, su labor es única. Ella lo sabe. “Mi carrera ha sido de sobresaliente, no le puedo poner menos nota”.