La jugadora interior de 191 de estatura comenzó tarde a practicar deporte, a los 11 años, cuando un profesor de matemáticas la vio en el patio de su colegio sin parar de encestar balones. Su buscatalentos ocasional supo apreciar la clase de aquella niña. Y no falló.
Tras fugaces pasos por la disciplina de ADT y CBT, fue a formarse en la prestigiosa residencia Joaquín Blume, centro de alto rendimiento en Barcelona. Tras este curso acelerado e intensivo hacia la profesionalidad, su próximo paso fue recalar en el Burgos, en la División de Honor, donde estuvo un año. Tras tocar el cielo, Ester Farré probó también la cara amarga del deporte en forma de lesión.
Se operó en verano, dedicó el otoño y el invierno a recuperarse y ya en enero, fichó por el Girona, en la Liga Femenina 2, por medio año. Luego pasó al Stadium Casablanca, de Zaragoza, de la misma división. Allí permaneció dos años. Y recuperó con creces la forma, alcanzando su máximo nivel y convirtiéndose en la jugadora más destacada, la que sacaba los partidos adelante. Esa temporada, fue la máxima anotadora del grupo B de LF2. También la máxima reboteadora, la que más tapones ha realizado y la mejor en valoración.
Retorno a la élite de la mano del Puig d´en Valls, para volver a división de plata con el Cadi La Seu en un proyecto muy ambicioso logrando el ascenso a Liga Femenina, para permanecer otra temporada en La Seu logrando el objetivo de la permanencia. Con el equipo ilerdense promedió 6.53 puntos y 3 rebotes en 23.2 minutos de media.
La poste que este verano fue incluida en la selección promesas se convierte en la primer fichaje del club bidasotarra después de las renovaciones de Tania Quintero y Ana Suárez .
